sábado, 26 de julio de 2008

La confianza no da fianza


Es tarde. No puedo dormir, revuelvo mi café y pienso que haras en estos momentos. ¿Acaso te encontrarás crusando calles de esta ciudad en la oscuridad de la noche? ¿Estarás utilizando tu encendedor para prender un cigarrillo y desvanecerlo en tus labios al ritmo de tu caminata? O, ¿ simplemente estarás charlando con tu amigo en esa esquina de siempre, la que me enseñaste y dijiste que era tu lugar? ¿Será cierto que acaso duermes como me dijiste hace unas horas cuando te llame? O ¿harás de las tuyas como todos dicen? Todas estas preguntas me dan escalofrio, son tan simples y a la vez me dan miedo de que todos las respuestas me desepcionen. ¿Acaso esta bien que crea cada palabra que me decis? o ¿debería dudar? No lo sé, esto de poner las manos en el fuego por la gente que aprecio tarde o temprano hace que me termine quemando y que todas mis ideas e iluciones se vuelvan cenizas y añicos tan depronto. Me desmorona. Me unde. A lo mejor no estaría tan mal si por lo menos tuviera la pequeña duda. Me hace tan mal creerte cada palabra... Algo de insierto y de abismo todo esto debería tener. Son mis noches de desvelo en las que me siento a analizar mis errores. ¿Por qué no puedes tener las mismas consideraciones que yo tengo contigo? ¿Acaso será que soy demasiado liberal? O será que se de que somos capaces ambos y no te pongo limites y te dejo ser y fluirte porque se que si te privo de todas formas harás lo que debas si asi lo deseas. Como yo. Pero vos me haces que te mienta... Que no te diga todo. En mis días en los que contaba cada palabra con detalles solo recibia reproches. Todo era una molestia, todo era un error. Hasta que descubri que uno no cambia. Solo cambian las formas en que se cuentan las cosas. La forma es la que mas le guste escuchar al otro.